POEMARIO

En este apartado se irán incluyendo, en español, hebreo, árabe y ladino, y de modo preferente, poemas de autores andalusíes y de cualquier otra nacionalidad tanto del pasado como actuales.

Poesía sin fin


Dentro del flamante museo

hay una sinagoga.

Dentro de la sinagoga

me encuentro yo.

Dentro de mí,

mi corazón,

un museo.

Dentro del museo,

Una sinagoga;

dentro de ella

estoy yo;

dentro de mí,

mi corazón;

dentro de mi corazón,

un museo.

Autor: Simón Schama. La Historia de los Judíos (Vol. II). Ed Debate.

POEMA DE LA FUENTE DE LINDARAJA

Logro el grado más alto en hermosura
y a los hombres de mundo mi ser pasma.
Nadie espacio más grande vio que el mío,
por igual en Oriente y Occidente,
ni rey, cristiano o árabe, tuvo antes una fuente
que a mí se pareciera.
Soy como órbita de agua que a los hombres manifiesta
reluce y no se oculta; mar muy grande,
cerrado por riberas de bellísimo mármol escogido.
Mi agua es perlas fundidas, que por hielo ves correr
(tenlo a grande maravilla),
y, por diáfana el agua, a través suyo,
ni un instante de ti desaparezco.
Se diría que yo y el agua pura que contengo
y por mí se desparrama masa somos de hielo,
que una parte se fundió, y otra parte no se funde.
Cuando flotan burbujas, me imaginas una esfera
en que salen muchos astros,
y, cual concha de nácar por de fuera,
junto dentro ese aljófar de burbujas.
Díjome: Que haya dicha eternamente para el bravo,
de estirpe galibía, descendiente de régulos del Yemen
(de excelencia luceros, cuna noble, los Jazray Banu Qayla,
paladines de la fe, valedores del Profeta).
Te arrima su ventura lo lejano;
su guía te esclarece lo sombrío,
en un país que está siempre a buen seguro,
con vasallos de vida acomodada,
jefe al par mundanal y religioso,
de un altísimo imperio en el sagrado.

Autor: Ibn Zamrak. Siglo XIV

EL DESEO EN EL CORAZÓN

 

El deseo permanece en el corazón como fuego

Debido a los ojos de un amado desde que lo vi por vez primera.

Como él odia mi alma, yo la odio,

¡Porque es consejo de la maldad amar lo que la gacela odia!

El día en que arde en mis costillas una llama

de dolor, no tengo punto de apoyo.

A excepción del vino y una gacela generosa

de corazón, en quien hay alegría para el corazón.

En pie, canta, mi cervatillo – en pie, canta, perfecta

Belleza, por nombre padre de una multitud, [Abraham]

Oro refinado en un crisol –

Para mis oídos deleite en el tumulto.

 

Autor: Yosef ben Sadiq (circa 1075-1149) Schirmann, ha-Shirah ha-ivrit bi-Sefarad uvi-Provans (Jerusalén – Tel-Aviv, 1954), I, 547-58, nº 238

SÚPLICA

Dios mío no me juzgues de acuerdo con mis culpas,
ni según mis obras quieras medir mi pecho.
Págame según tu magnanimidad, y así viviré,
y no me retribuyas según mis méritos.
El orgullo de mi alma ante ti humillaré,
y en mi dolor mi corazón rasgaré, no mi manto.
Heme aquí enfermo de corazón y acongojado
por mi crimen, mi suma maldad y mi locura.
Aturdido de dolores y no por obra del vino me encuentro
después de que mis pasos de tu camino se apartaron
¿qué responderé y dónde encontraré auxilio?
¿En el día del juicio dónde me refugiaré ?
Ciertamente mis culpas están ante mis ojos,
mi deshonra frente a mí y a mi lado.
Si mis vecinos pudieran oler mis pecados,
en seguida huirían, se alejarían de mí.
Inmundo de corazón, el mal en mi interior golpea
y se agita por los pecados que cometió;
los conozco; pesan sobre mi corazón;
los veo a mi diestra y mi siniestra.
Como pelusa dispersa, así estoy perseguido y rechazado,
y mi congoja no cesa ni se amengua.
A ti vuelvo mis ojos, con mis preces,
oh Señor, escucha mi voz y mi lamento.
Tú, porción de mi heredad, roca de mi fortaleza,
anhelo y confianza mía, mi fuerza y mi virtud,
guíame por la senda de rectitud
que hacia ti va; establece mis caminos,
perdona mis faltas y endereza mi corazón,
que vaga perdido como pastor insensato.
Atiende a mis suspiros mientras llamo a tu puerta,
disponte, Roca mía, a remediar mi dolor y mi cuita,
redímeme de mi pecado, Cumbre de mi gloria,
fuerza mía en mí cautiverio y mi debilidad,
bálsamo de mi dolor, alegría íntima de mi ser,
mi gozo en mi tribulación y en mi pena.
Humildemente iré a ti y me postraré,
sin fuerzas para implorar tu benignidad.
Ten en cuenta, Señor, que tu recuerdo mora en mi pecho
y en mi mente a lo largo de mis días y mis noches;
mírame, compadécete de mí, Dios de verdad;
alcance gracia a tus ojos la ofrenda de mis loores,
guíame durante el tiempo de mi combate,
pastoréame en los días de mi efímera vida,
indulgénciame y expía mis obras
y computa mi cántico como el canto de los levitas
y cuando tu criatura comparezca a juicio,
Dios mío, no me juzgues de acuerdo con mi perfidia.

 

Autor: Ishaq Ibn Levi Ibn Mar Saul.

 

Acerca del poeta: El filólogo y poeta Ishaq ibn Levi ibn Mar Saul nació en Lucena en la segunda mitad del siglo X, siendo conocido como Al-Yussaní. Impartió enseñanzas de lengua hebrea y explicó las Escrituras a sus discípulos entre los que destacó Dunash ibn Labrat.  Hábil poeta y conocedor de los recursos poéticos, compuso tanta poesía religiosa como profana, distinguiéndose por la elegancia de su expresión hasta el punto de que algunas de sus obras llegaron a ser consideradas modelos de la poesía hebraico-española. En el himno Mi ka-Mokha (Quién como Tú), cada estrofa finaliza con un verso de las Escrituras, cuya última palabra es el nombre de Dios. Otro himno muy conocido es la baqqasá (súplica), Dios mío no me juzgues de acuerdo con mis culpas, que se usó en el servicio litúrgico del Año Nuevo. Este himno se incluyó en los libros de plegarias de algunos ritos judíos.